MIMISMA

Tan difícil es autodescribirse como tan difícil es esquivar hablar solamente bien de uno mismo.
Que el parecer quede en cada una de las apreciaciones de mis lectores

marzo 10, 2007

Conservar la escencia


Así en el desamparo vivimos siempre. Como nacemos: despojados y absolutamente dependientes. Ävidos de amor.Ávidos de calor. Con sed y con hambre.
Después, los fuegos fatuos nos convierten en dioses paganos ungidos por nuestra propia vanidad que nos llega a convencer que no es verdad que no somos más que humanos llenos de defectos.
La soberbia nos desfigura. Tanto nos borra la verdadera identidad, que llegamos a desconocernos del todo.
Por eso nos sorprendemos con lo que nos pasa.
Mentimos. Todos mentimos.
Fingimos. Todos fingimos.
No somos perfectos.
Cómo duele aceptarlo.
Nos triza el alma. Nos mella el calcio de los huesos.
Por eso existe el amor.
Para redimirnos. Trabaja con constancia.
Sísifo.
Eso somos.
Me caigo y me levanto... Hasta la caída final.
Y nos creemos únicos hasta en el dolor... Yo lo sé por mí misma.
Pero sufrimos de verdad. Como en los dramas griegos.
Y aunque seamos ateos, esperamos milagros. Porque las ilusiones nos sostienen.
Y volvemos a fingir.
Y volvemos a mentir.
Y la soberbia me hará decir que no es verdad. Que yo no.
Nacimos impecables como una hoja de papel recién salida de la papelera. Nuestro paso por la vida va marcándola con huellas más o menos o profundas. Huellas que imprimimos nosotros o causamos la impresión de otros. Y la hoja se va gastando... No hay plancha que le devuelva su tersura como no hay cirugías estéticas que nos devuelva la verdadera juventud.
Las huellas importan. No nos debieran molestar, siempre en cuando la hoja siga siendo hoja.