MIMISMA

Tan difícil es autodescribirse como tan difícil es esquivar hablar solamente bien de uno mismo.
Que el parecer quede en cada una de las apreciaciones de mis lectores

abril 05, 2007

Astor Piazzolla y su fervor cristiano


En los años setenta, aún discutía con mi padre, si tango o rock.
Obvio que él, fervoroso del 2x4, quería a toda costa convencerme de sus bondades, mientras yo estaba enamorada cada vez más de aquel ritmo enloquecedor que fueron imponiéndose a través de Elvis Presley, o los innovadores y frenéticos festivales con los Beatles.
Estoy segura que se acercó a cultivar la renovación tanguera propuesta por Piazzolla, nada más que para tener otro argumento fuerte para su "tesis"- Así, alcancé a escuchar de la voz de Amelita Baltar - por entonces mujer de Astor Piazzolla-, esta metáfora musical (indudablemente se refiere a Cristo) .Después desapareció de las discotecas, y las partituras se dejaron de ofrecer en las librerías...
Astor,harto de atropellos, se fue de la Argentina. Pero, a mí me quedó grabada y siempre la busqué...Hoy recupero para mí esta canción, gracias a Internet. La quiero compartir con Ustedes, en homenaje Pascual y también para que sirva de reflexión: por estas cosas, muchos argentinos tuvieron que exilarse... Por hablar de Paz, Amor, y denunciar la pobreza y la brutalidad.

La bicicleta blanca Si la quiere escuchar, click AQUÍ

Polca/Tango

Música: Astor Piazzolla
Letra: Horacio Ferrer
Con orquesta
Canta: Amelita Baltar
12/23/1970 Buenos Aires
CBS-Columbia

Lo viste. Seguro que vos también, alguna vez, lo viste: te hablo de ese eterno ciclista solo, tan solo, que repecha las calles por la noche.
Usa las botamangas del pantalón bien metidas en las medias y una boina calzada hasta las orejas, ¿te fijaste? Nadie sabe, no, de dónde cuernos viene, jamás se le conoce a dónde diablos va.
De todos modos, si lo vieras pasar, miralo con mucho Amor: puede que sea, otra vez...

El flaco que tenía la bicicleta blanca;
silbando una polkita cruzaba la ciudad.
Sus ruedas, daban pena: tan chicas y cuadradas
¡que el pobre se enredaba la barba en el pedal!

Llevaba, de manubrio, los cuernos de una cabra.
Atrás, en un carrito, cargaba un pez y un pan.
Jadeando a lo pichicho, trepaba las barrancas,
y él mismo se animaba, gritando al pedalear.

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Meté, flaquito corazón!
Vos sabés que ganar
no está en llegar sino en seguir..."

Todos, mientras tanto, en las veredas,
revolcándonos de risa
¡lo aplaudimos a morir!
y él, con unos ojos de novela,
saludaba, agradecía,
y sabía repetir:

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Dale con todo, Dale, Dios!..."

Pero cierta noche, su horrible bicicleta con acoplado entró a sembrar una enorme cola fosforescente. ¡Increíble!: los pungas devolvían las billeteras en los colectivos; los poderosos terminaban con el hambre; los ovnis nos revelaban el misterio de la Paz; el Intendente, en persona, rellenaba los pozos de la calle, y hasta yo, pibe, yo que soy las penas, lloré de alegría bailando bajo esa luz la polka del ciclista.

Después, no sé, ¡te juro!, por qué siniestra rabia,
no sé por qué lo hicimos ¡lo hicimos sin querer!,
al flaco, ¡pobre flaco!, de asalto y por la espalda,
su bicicleta blanca le entramos a romper.

Le dimos como en bolsa, sin asco, duro, en grande:
la hicimos mil pedazos... Y, al fin, yo vi que él,
mordiéndose la barba, gritó: "¡Que yo los salve!..."
Miró su bicicleta, sonrió, se fue de a pie.

(Mi viejo Flaco Nuestro que andabas en la Tierra: ¿Cómo te olvidaste que no somos ángeles sino hombres y mujeres?)

Flaco,
no te quedes triste,
todo no fue inútil,
no pierdas la fe...
en un cometa con pedales
¡dale que te dale!
yo sé que has de volver...