MIMISMA

Tan difícil es autodescribirse como tan difícil es esquivar hablar solamente bien de uno mismo.
Que el parecer quede en cada una de las apreciaciones de mis lectores

mayo 07, 2007

La lluvia se ha desmadrado desde el cielo. Buscan refugios los gorriones y las gentes.
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Un metrónomo suena constantemente. Es, por supuesto,monótomamente rítmico.
Su compás musical perfecto, tiene un son extraño; y desde la sala de música no se oía otra cosa.
Ni el arpa con su dulzura, ni el nostálgico violín. Tampoco el pianista, tocando a Chopin...
Sin embargo, el tiqui, taca; tiqui, taca, continuaba sin pausa...
Presté atención: nada más que la isotonía metronómica...Tiqui, taca: tiqui;taca...
Me levanté para averiguar qué había pasado allí dentro. ¿Y el músico? (que en realidad era mi tió Obdulio)... ¿Que gastadas horas estaba derrochando?; ¿Habrá sufrido un ataque de apoplejía) ¿El arco del violín lo habrá atravesado con su doloroso llanto? ¿El arpa lo sedujo tanto que a las cuerdas sucumbió amarrado? ¡o el piano con su inmensa boca lo habrá tragado?
Mi mente loca imaginaba monstruosidades. El tío era ya muy viejo,y dialogaba diariamente sólo con sus instrumentos.En sus largas horas de práctica, luego del desayuno parsimonioso,la pasión musical lo consumía tanto... "Es que tengo tres amantes exigentes y a todas les debo mis horas de caricias", decía el tío Obdulio cada vez con más tono de certeza que de broma...
Siguiendo el hilo de semejantes declaraciones, temí que el arpa, el violín o el piano (hey!, pensándolo bien: tío dijo "amantes" y aquí hay dos masculinos en su lista. ¿No será el tío hete...No! qué estúpida soy. si no son más que inertes aparatos que sacan a relucir su potencial sólo cuando tio Obdulio los ejecuta..)

Apenas mis ojos alcanzaron el hueco de la ventana, ví el banquillo del piano vacío y la tapa del instrumento cerrada...
Tío había cerrado la tapa del piano sin fijarse que la manga de la camisa sobresalía de la cerradura del negro aparto .
Protesté: ¡Esa maldita costumbre de sacarse la camisa (en verano por supuesto) y limpiar las teclas con ella!
Miré hacia el rincón donde, tal como lo dice Bécquer debía estar el arpa.Allí estaba el pantalón del tío músico entrelazado entre las cuerdas (¡Esto es el colmo! Ahora hasta el pantalón para lustrar las boncíneas cuerdas!)
Dí una mirada rápida por el resto de la habitación. El sonsonete del metrónomo sonaba más cercano y más distinto...
Me acerqué a correr los visillos de la ventana que daba al jardín pequeño, acompañada con el metrónomo que seguramente el distraído de tío había dejado en marcha (Siempre confiando en que yo vaya detrás de él poniendo en orden la casa)Pero, cuando dí la vuelta para detener al adminículo comprobé que el metrónomo que yo veía estaba perfectamente inmóvil.Tieso.Paralítico.
_ ¿Qué misterio es éste? Yo sentía nítidamente el tiqui, taca; tiqui, taca... Distinto pero con igual prolija monotonía.
Giré la cabeza hacia donde provenía la musiquitacosita esa y ....Lo comprendí todo.

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...Con una sonrisa, me acerqué y tomé el polluelo que con disciplina de relojería comía unos restos de galleta que habían quedado en la bandeja metálica del desayuno.
Lo dejé gozar de su comida antes de echarlo por la ventana.
La lluvia cesó. Entonces, con gran cuidado,sin hacer el menor ruido, lo atrapé con suavidad.Le expliqué qué haría con él. Iba haciéndolo cuando tropecé con algo que asomaba debajo de la mesa. Caí soltando a la avecilla y comencé a gritar como sólo se se grita de pavor...
Debajo del mantel que pendía a pocos centímetros del suelo, vi al tío Obdulio sólo vestido con sus calzoncillos, atravezado por el arco del violín, exactamente donde se tiene el corazón.

¿Qué por qué estaba el polluelo allí?... Pues, eso amerita otro cuento, amigos!

mayo 06, 2007

Mi eterna preocupación




(Las fotos fueron tomadas de la página digital dedicada a Esquina).

Me resulta sumamente agradable comunicarme con los adolescentes - tan vapuleados por nosotros en cuanto a señalarles defectos desentendiéndonos de nuestras responsabilidades-.
Recientemente pude hacerlo más allá del ámbito de las escuelas donde trabajo, gracias a la gentileza del Profesor José Antonio Moreyra, Vice Rector del Anexo de la Escuela Normal Dr. J. Alfredo Ferreira.
Decía al principio que nos solemos desentender, como adultos, de nuestras responsabilidades con los jóvenes; vivimos achacándoles que no leen, por ejemplo.Por eso, decidí el tema de la conferencia: La importancia de la lectura.
Convencida de que si a ellos le relacionamos la tecnología y su exigencia de nuevas destrezas,descubrirán la importancia que tiene la lectura avanzada como ejercicio de abstracción; como la única vía segura para adquirir conocimientos.
Creo que hubo interés en la audiencia porque eso se percibe desde el silencio que entregaron; desde los rostros dirigidos hacia quién les hablaba; desde las preguntas que se produjeron luego.
Sólo pongo esta nota aquí, más para mí que para Ustedes lectores.
Y si pinchan en el link de hipertexto, comprobarán que quién escribió la nota, debe de quererme mucho para afirmar los conceptos que para mí son exagerados... (Sobre todo lo de mi actividad bloguera) En fin, una subjetividad que nos permite lecturas particulares.

En párrafo aparte se merece destacar que la Escuela Normal Dr. J. Alfredo Ferreira está cumpliendo 119 años y cuenta en su haber una serie de preciosos acontecimientos desde que fuera fundada y la hiciera considerar entre las primeras del país tanto por su antigüedad como por su prestigio.

abril 05, 2007

Astor Piazzolla y su fervor cristiano


En los años setenta, aún discutía con mi padre, si tango o rock.
Obvio que él, fervoroso del 2x4, quería a toda costa convencerme de sus bondades, mientras yo estaba enamorada cada vez más de aquel ritmo enloquecedor que fueron imponiéndose a través de Elvis Presley, o los innovadores y frenéticos festivales con los Beatles.
Estoy segura que se acercó a cultivar la renovación tanguera propuesta por Piazzolla, nada más que para tener otro argumento fuerte para su "tesis"- Así, alcancé a escuchar de la voz de Amelita Baltar - por entonces mujer de Astor Piazzolla-, esta metáfora musical (indudablemente se refiere a Cristo) .Después desapareció de las discotecas, y las partituras se dejaron de ofrecer en las librerías...
Astor,harto de atropellos, se fue de la Argentina. Pero, a mí me quedó grabada y siempre la busqué...Hoy recupero para mí esta canción, gracias a Internet. La quiero compartir con Ustedes, en homenaje Pascual y también para que sirva de reflexión: por estas cosas, muchos argentinos tuvieron que exilarse... Por hablar de Paz, Amor, y denunciar la pobreza y la brutalidad.

La bicicleta blanca Si la quiere escuchar, click AQUÍ

Polca/Tango

Música: Astor Piazzolla
Letra: Horacio Ferrer
Con orquesta
Canta: Amelita Baltar
12/23/1970 Buenos Aires
CBS-Columbia

Lo viste. Seguro que vos también, alguna vez, lo viste: te hablo de ese eterno ciclista solo, tan solo, que repecha las calles por la noche.
Usa las botamangas del pantalón bien metidas en las medias y una boina calzada hasta las orejas, ¿te fijaste? Nadie sabe, no, de dónde cuernos viene, jamás se le conoce a dónde diablos va.
De todos modos, si lo vieras pasar, miralo con mucho Amor: puede que sea, otra vez...

El flaco que tenía la bicicleta blanca;
silbando una polkita cruzaba la ciudad.
Sus ruedas, daban pena: tan chicas y cuadradas
¡que el pobre se enredaba la barba en el pedal!

Llevaba, de manubrio, los cuernos de una cabra.
Atrás, en un carrito, cargaba un pez y un pan.
Jadeando a lo pichicho, trepaba las barrancas,
y él mismo se animaba, gritando al pedalear.

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Meté, flaquito corazón!
Vos sabés que ganar
no está en llegar sino en seguir..."

Todos, mientras tanto, en las veredas,
revolcándonos de risa
¡lo aplaudimos a morir!
y él, con unos ojos de novela,
saludaba, agradecía,
y sabía repetir:

"¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!...
¡Dale con todo, Dale, Dios!..."

Pero cierta noche, su horrible bicicleta con acoplado entró a sembrar una enorme cola fosforescente. ¡Increíble!: los pungas devolvían las billeteras en los colectivos; los poderosos terminaban con el hambre; los ovnis nos revelaban el misterio de la Paz; el Intendente, en persona, rellenaba los pozos de la calle, y hasta yo, pibe, yo que soy las penas, lloré de alegría bailando bajo esa luz la polka del ciclista.

Después, no sé, ¡te juro!, por qué siniestra rabia,
no sé por qué lo hicimos ¡lo hicimos sin querer!,
al flaco, ¡pobre flaco!, de asalto y por la espalda,
su bicicleta blanca le entramos a romper.

Le dimos como en bolsa, sin asco, duro, en grande:
la hicimos mil pedazos... Y, al fin, yo vi que él,
mordiéndose la barba, gritó: "¡Que yo los salve!..."
Miró su bicicleta, sonrió, se fue de a pie.

(Mi viejo Flaco Nuestro que andabas en la Tierra: ¿Cómo te olvidaste que no somos ángeles sino hombres y mujeres?)

Flaco,
no te quedes triste,
todo no fue inútil,
no pierdas la fe...
en un cometa con pedales
¡dale que te dale!
yo sé que has de volver...

marzo 10, 2007

Conservar la escencia


Así en el desamparo vivimos siempre. Como nacemos: despojados y absolutamente dependientes. Ävidos de amor.Ávidos de calor. Con sed y con hambre.
Después, los fuegos fatuos nos convierten en dioses paganos ungidos por nuestra propia vanidad que nos llega a convencer que no es verdad que no somos más que humanos llenos de defectos.
La soberbia nos desfigura. Tanto nos borra la verdadera identidad, que llegamos a desconocernos del todo.
Por eso nos sorprendemos con lo que nos pasa.
Mentimos. Todos mentimos.
Fingimos. Todos fingimos.
No somos perfectos.
Cómo duele aceptarlo.
Nos triza el alma. Nos mella el calcio de los huesos.
Por eso existe el amor.
Para redimirnos. Trabaja con constancia.
Sísifo.
Eso somos.
Me caigo y me levanto... Hasta la caída final.
Y nos creemos únicos hasta en el dolor... Yo lo sé por mí misma.
Pero sufrimos de verdad. Como en los dramas griegos.
Y aunque seamos ateos, esperamos milagros. Porque las ilusiones nos sostienen.
Y volvemos a fingir.
Y volvemos a mentir.
Y la soberbia me hará decir que no es verdad. Que yo no.
Nacimos impecables como una hoja de papel recién salida de la papelera. Nuestro paso por la vida va marcándola con huellas más o menos o profundas. Huellas que imprimimos nosotros o causamos la impresión de otros. Y la hoja se va gastando... No hay plancha que le devuelva su tersura como no hay cirugías estéticas que nos devuelva la verdadera juventud.
Las huellas importan. No nos debieran molestar, siempre en cuando la hoja siga siendo hoja.

febrero 26, 2007

Para ver y reflexionar

No puedo dejar pasar por alto esta nota que apareció en Diario La Nación de Argentina.
La transcribo textual.
En momentos cuando inmigrantes argentinos no la pasan del todo bien en la llamada Madre Patria, bueno parecería que nos dispongamos a ver esta peñícula. Ojalá sirva para reflexionar en muchos aspectos y mejorar, no sólo argentinos y españoles si o en todas partes del mundo.
Aquí la nota:
Historias revividas por un documental
España, commovida por la inmigración en la Argentina en los 50

Mañana se verá por TVE internacional

MADRID.– Un documental español sobre su emigración a nuestro país, que fue realizado por la televisión oficial y que revisa sin anestesia aquella etapa, es fiel testimonio de hasta qué punto se dio vuelta la historia.

“Camino a casa”, una investigación que conmovió a España y que podrá verse mañana en la Argentina, recuerda que hace 50 años los barcos seguían atracando en el puerto de Buenos Aires cargados de inmigrantes españoles, convencidos de pisar la tierra prometida.

“Llegué a Buenos Aires en abril de 1957. Me impresionaron la escuela pública, la sanidad, la libertad, los trenes… La Argentina era el país soñado. ¡Todo funcionaba!”, evoca, por caso, la periodista Mariángeles Fernández.

Hoy, en el giro más espectacular de una sociedad que hace sólo dos generaciones no tenía esperanza, es esa misma España la que recibe una ola imparable de inmigrantes no sólo de América latina y de Africa, sino, en el dato más reciente del fenómeno, también de Asia.

Y, a la inversa, empecinado en el extravío, se estima que de nuestro país emigró no menos de un millón de personas; cifra que supera, por ejemplo, a la población de provincias como San Juan o Santiago del Estero. La estadística oficial dice que no menos de 150.000 argentinos residen hoy legalmente en España, pero en medios oficiales se sabe que son muchos más, aunque su pista se pierde tras la doble nacionalidad en la que quedan registrados como ciudadanos españoles.

No sólo por su signo opuesto una historia parece el reflejo invertido de la otra, sino también por la posición ante el fenómeno: la coincidencia en la Argentina es que su emigración no es, todavía, un dato con estudio pendiente.

España, a la inversa, no se cansa de reflexionar sobre una corriente que apenas acaba de detenerse.

"Más de tres millones de españoles emigraron en el siglo pasado; la tercera parte de ellos, rumbo a la Argentina. Y, de cara a la inmigración que ahora llega a España, es bueno recordar que nosotros también fuimos pobres, emigrantes, clandestinos, ilegales, y tuvimos nuestras propias pateras y nuestras mafias."

Tal fue la reflexión que, ante LA NACION, hizo Adolfo Dufour, director de Camino a casa , la reciente producción documental de la televisión oficial española, en buena parte filmada en la Argentina, que, sin anestesia, revisa aquella etapa.

Es un relato testimonial de quienes vivieron como emigrantes el salto por el cual, de aquella miseria no tan lejana, España pasó a situarse entre las quince primeras economías del mundo. Y no deja indiferente: cada vez que se lo vio en salas, ocurrió lo mismo: un conmovido concierto de pañuelos y llanto estalló antes del aplauso final.

La investigación carga no sólo contra el olvido, sino también contra el desprestigio de ciertos recuerdos. "Cuando en España se habla de emigración, se suele pensar en la Guerra Civil y en el exilio político. Pero lo cierto es que, aunque sea menos elegante, éste es un país que emigró, sobre todo, por hambre", acota Jesús González, director del área documental de la cadena estatal.

"Se iban para comer"

¿Y qué dicen ellos, los protagonistas de la historia? Hay, en los relatos, una mezcla de humor, drama, heroísmo y ternura que, en su autenticidad, no conseguiría ni el mejor guionista.

"La gente se iba a la Argentina por la misma razón por la que otros se iban al Tercio, a la milicia; o sea, para comer. En aquella época, muchos españoles decían que preferían morir de un tiro que de hambre", relata aquella emigrante precoz que fue Mariángeles Fernández Marín. De niña dejó su Castilla natal para subir, junto con sus padres y su hermano, en uno de esos grandes cruceros.

Recuerda que, en el éxodo, su familia subió al barco con 18 baúles en los que se llevamos todo, absolutamente todo. "Y eso incluye los colchones y hasta la pala para la basura. Y aun así, no era mucho", dice. Y era, al fin y al cabo, lo que hacían todos: no dejaban nada atrás. Se iban para no volver.

Su testimonio es el hilo conductor del capítulo referido a la Argentina y reflejo de hasta qué punto la historia se invirtió en poco tiempo: Mariángeles recibe a LA NACION en su casa de Lavapiés, el barrio de la inmigración que hoy llega a esta capital, a la que ella retornó, tras dejar la Argentina en abril de 1982 (ver nota aparte).

"Nos enseñaron a querer a la Argentina antes de conocerla. Era la esperanza. Hoy, soy más argentino que los argentinos", dice, después, un asturiano que llegó mecido por el viento de fortuna y terminó echando ancla como zapatero remendón en un rincón porteño.

Sigue siendo pobre -como es hoy la mitad de los argentinos-, pero su corazón exuda agradecimiento y orgullo por la patria de adopción, y rechaza cualquier idea de volver a la próspera Madre Patria.

Un trabajo bajo el brazo

En blanco y negro, el documental pasa por el puerto de Buenos Aires y el Hotel de Inmigrantes, con capacidad para 4000 personas, que llegó a albergar el doble en su ritmo de tres comidas diarias, médico y oficina de colocaciones. Sus puertas habían cerrado en 1954, tres años antes de esta historia, pero la inmigración seguía llegando.

"La diferencia entre el Hotel de Inmigrantes con que te recibía en Buenos Aires es que de allí salías con un trabajo bajo el brazo, mientras que de los centros de acogida de extranjeros que hoy hay en España te vas con una orden de expulsión", dice protestando, y arranca aplausos de un inmigrante del panel que sigue la proyección del documental en la Casa de América. "Son otros tiempos", añade.

Se ve también el costado tenebroso de la aventura, la miseria que encontraban muchos al llegar al lugar definitivo, más allá del puerto. "La casa que nos prometieron tenía piso de tierra y ramas de árbol en lugar de techo. Quería llorar; estaba desesperada; no quería dormir allí", recuerda quien hoy, a los sesenta años, echó raíces en el campo argentino y ni por broma pensó en dar marcha atrás. En realidad, tampoco tenía cómo.

Y se ve también hasta qué punto puede llegar la explotación del necesitado. "¿Para qué voy a comprar un camión, mientras sigan llegando gallegos que tiren del carro?", dice, de pronto, el dueño de una panadería porteña. Tan español él como el combustible humano en que se convertían quienes iban -como dice otro- "del sótano al trabajo y del trabajo al sótano".

Si no hay cambios, el canal internacional de Televisión Española tiene pautado emitir Camino a casa mañana por la noche. Pasará, entonces, con el sabor del documento, todo aquello que puebla la mente del emigrante y, sobre todo, las dos grandes contradicciones que por siempre poblarán su mundo, a saber: el país que imaginó y que casi nunca es el que encuentra al llegar a destino, y el país que recuerda siempre y que difícilmente vuelva a encontrar en la tierra que dejó atrás, si es que vuelve algún día.

Por Silvia Pisani
Corresponsal en España



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febrero 24, 2007

Y los pájaros?

La ciudad bosteza con ruidos de persianas. Un estornudo se escapa del automóvil trasnochado que subraya una ceja en la esquina próxima a mi casa... (trasnochado entonces. Trasnochado. No podría ser de otra manera. Restos de goma quemada quedarán en el asfalto)...
El tenue ruido de pedales de bicicleta mal aceitados comienza a confundirse con escasos trinos tempranos.
Cada vez son menos las voces de los pájaros. Y aunque estamos en verano- el calor húmedo que agovia es propio del estío, el jacarandá en la vereda que debiera estar exultante de verdor, luce sus ramas peladas como otros árboles las tienen en otoño.



La leyenda del jacarandá
Los pájaros no están y unos insultantes insectos negros, y langostas mimetizadas han devorado la sombra de mi calle.
El desequilibrio ecológico está a la vista. Más próximo cada hora, más aterrador cada minuto. Mas paralizador cada segundo.
¿Dónde van los pájaros que antes anidaron?
¿Dónde enterraré estas hebras de ramas seccionadas?
¿Cómo lucharé contra estos invasores sin envenenar el aire?
¿Cuándo detendremos la inmensa bola cuesta abajo que creciente va fulminando al mundo a su paso?

Canción del Jacarandá

enero 26, 2007

Madre infantil


Algo que no alcanzo a comprender y me llena de compasión es la maternidad temprana. Aquélla cuyas niñas recien experimentando sus cambios de crisálida, encuentran de pronto en sus vidas, otra vida, concebida aún en la inocencia, o por asalto.
Me conmueve, me enerva.
No han terminado la etapa de la dependencia cuando comienzan la tremenda responsabilidad de una crianza.

Inspirado en estos casos, el poeta MARIO CAPARRA Mención de Honor) en su último libro Último Tango en parir con el que participó en la 2° Maratón Cultural,publica el poema que transcribo.
Poema que tiene la queja profunda del ser humano crítico que se alza la voz por encima de las escorias humanas para poner en primer plano a víctimas de los tiempos que corren.

SANGRE EN LA SEMILLA

aún era una niña
las piernas tibiecitas
el olor a mamá en el guardapolvos
cuando nos contó
que sentía
como pajaritos en la panza
logró conmover a alguna gente
a mucha le pareció lo más normal
y nosotros mirándola
entre la caricia y el arrorró

el caso es que los pajaritos
salieron volando un día
descosiendp
su exquisito vientre de madre prematura
de herida absurda
que la va dejando
sola desde el ave a la semilla

los años de la infancia pasaron
pasaron/y una regla fría
midiéndola
hasta el hondo bajo vientre
en que todos los caminos se pierden o se olvidan

puede vérsela en las calles casi siempre
pero nadie quiere
hay algo monstruoso en ella
brillando en una lluvia
que mojándola nos moja

el viento vuela
las hojas podridas de su frente
y ya nadie la cocina con los ojos
ni nosostros ni nadie
le va haciendo el corazón hoja por hoja

los arrorrós se volvieron en su contra
y le cortan la sonrisa como un tallo
nadie junta los pañuelos ni sus pétalos
es monstruosa su belleza
de lluvia

El libro Último tango en parir, llegó a mis manos por quién tuvo a cargo su diseño, diagramación y armado, un talentoso periodista y artista plástico :Mario Guillermo Quinteros a quién me une una sostenida amistad desde los tiempo cuando era mi alumno en la escuela secundaria.