MIMISMA

Tan difícil es autodescribirse como tan difícil es esquivar hablar solamente bien de uno mismo.
Que el parecer quede en cada una de las apreciaciones de mis lectores

diciembre 31, 2006

MIS DESEOS con VALOR AGREGADO

El calor agobia esta mañana última del año 2006. En la soledad de la casa las paredes contribuyen a mantener el peso de la temperatura humedecida a alto porcentaje.
No elaboro ideas para publicar. Me limito a leer en la pantalla pequeña de mi compu, las noticias, opiniones y reflexiones que aparecen en los distintos periódicos del mundo.
Elijo "Peaje antes del brindis" publicada en La Nación.
Y comparto con ustedes, mientras una gota de transpiración responde al esfuerzo de mi fisiología para equilibrar temperaturas corporales. Resbala desde la nuca prolijamente por la columna vertebral hasta, sí, hasta allí, donde encontrará la duda de qué hacer con el sendero que se bifurca o que termina en un punto indecible y necesario...

FELIZ AÑO... Deseo que pronuncio sin filosofar, para no ajar el brillo de estreno que conlleva el primer segundo del 2007.
QUE NOS VAYA BIEN A TODOS




Reflexiones
Peaje antes del brindis
Memoria y balance, corazón adentro. Adiós Año Viejo, buen día Año Nuevo. Un examen de inconciencia, una manera de hacerle caso a nuestra piel

Cómo se pasa el almanaque. Y haciéndose la distraída, cómo se pasa la vida. ¿Cuánto hace que brindamos por el 2006? Hay sobradas razones para soltar queja: últimamente los años nos están viniendo con varios meses de menos. ¿Es justo eso? Ante lo irreparable, ahora que baja sus cortinados este 2006 después de Cristo y los abre el 2007, ahora que estamos en esos días en los que nos ataca el deseo de ser un poco más buenos, ahora, precisamente, afrontemos una ceremonia que incluye memoria y balance, es decir, examen de conciencia y de inconciencia. Como peaje para el brindis.

Salgamos ya al patio o a la terraza. Icémonos, abracémonos al alarido. Y empecemos de una vez a sembrar el abismo. Entretanto semillan las semillas, preparémonos para recibir una noticia flor. ¿Qué noticia? Calma, paciencia.

Descalcémonos para una misa o asamblea bajo techo de intemperie. Pregunta crucial: ¿son ciertos los síntomas de apocalipsis? ¿Nuestro tan violado planeta puede irse a la mismísima Nada? Compatriotas del cosmos, lo grave y bochornoso es que podríamos llegar al final de los finales sin siquiera colapso, suicidados de necedad y desmayo. Digámoslo: hacemos méritos para conseguir un apocalipsis de morondanga.

Así las cosas: para que la Vida no nos olvide, ni el Sol se desentienda, tengamos a bien, humanos, recuperar la sensualidad-conciencia. Aprovechemos el cambio de año para tomarnos el pulso y saber si estamos con los pies sobre el paraíso, es decir, sobre la tierra.

La mesa está tendida. ¿Por qué? Vaya detalle, porque tenemos posibilidad de mesa. Veamos: ¿y con quién vamos a compartirla? Saludable sería que con los heridos de intensidad. En medio del vértigo y la trituración, ¿recordamos que nuestro cuerpo es mucho más que el depósito de las honorables tripas y el petulante cerebro?

Sigamos. ¿Con quién más compartir la mesa del adiós y del buen día? Con los desesperados. ¿Que son incómodos, intratables? No abusemos de nuestra cobardía: en este mundo –que galopa, por el momento–, ellos, los desesperados, son los despiertos; los únicos capaces de vadear el irreparable suicidio y devolverle semblante al planeta. Ellos, los santos desesperados, nos recuerdan que estamos muy desnudos debajo de nuestra eventual ropa.

Examen de inconciencia. Revisémonos. Por empezar, la especie humana, a medida que se ha ido alfabetizando, se ha vuelto más analfabeta. Analfabeta para las cosas primordiales. Comenzamos por perder el prodigioso sexto sentido. Después perdimos, uno a uno, los otros cinco. Y, al final, degollamos el instinto de la conservación: arrasamos bosques, pudrimos aguas, corrompimos aire, agujereamos cielo, toleramos genocidios preventivos, humillamos hasta la vejación a la Casa de la Tierra. Los animales, los que quedan, nos miran estupefactos. Y los robots se ruborizan y sienten una gris vergüenza ajena.

Pero aún estamos. ¿Estamos? Quién sabe. Sigamos con el inventario anual. Con la misma vehemencia con la que progresamos para los prodigios de la técnica y de la ciencia, nos fuimos quedando ciegos: ciegos de oídos, de tacto, de lengua, de olfato, de ojos. Y raudamente, ¡ciegos de corazón!

Perdón por el sermón. Pero el caso es que el humano crece mutilándose: sabe, pero no siente. O no sabe sentir. De la alegría perdió el rastro y el dolor ya no le duele. Entretenido con sus hazañas, los humanos no advertimos que nos estamos apagando... ¿Alguien quedará para alzar el último puñadito de cenizas?

No se da cuenta el humano (el bien comido y bien leído) que es una picardía sin retorno huir hacia el abismo. Darse cuenta del sabor del aire se ha vuelto una hazaña reducida a los extravagantes. Recordémonos: para vivir plenamente cualquier religión, patria o ideología, siempre hay que cumplir un requisito imprescindible: estar vivos. Y estar vivos (caramba, caraxus) significa estar despiertos. Eso se ha vuelto una casualidad. Estamos en vía de traspapelarnos de toda aurora, y de toda memoria. No hay caso, no queremos aceptar que el corazón y la cabeza se necesitan. El corazón y la cabeza, ¡y los riñones también!

(Y la noticia flor, ¿para cuándo? Calma, paciencia.)

Suenan campanas. ¿Que qué es una campana? Es lo más parecido a un corazón abierto, de par en par. Ese corazón nos avisa que alguien ¡en este instante! aprende en pulso propio que / no se nace cuando se nace. / Se nace tanto después, / cuando el pecho / se nos pone poco para tanto corazón. / Cuando los dedos / se nos escapan de las manos. / Cuando los cuerpos / se desembocan / y se pierden y se estallan y se encuentran. / Cuando el alma del cuerpo / se nos prende fuego / porque otro cuerpo, / en el mismo pestañeo del sol, / viniendo en dirección contraria / ha transpuesto el umbral del mismo ojal.

Y no callan las campanas, corazón en bronce. Una entrañable voz juana nos avisa: ¡A comer, a comer que el alimento se nos enfría! Una voz andrés nos pide: Momento. Tengamos a bien recordar que la comida no a todos se les enfría: hay demasiados muchos que no tienen mesa, ni pan de cada día, ni pan de cada noche. (Ellos, ¿quiénes?, los secuestrados que no son noticia, los secuestrados por el hambre. ¿Nadie reclama en multitud, nadie paga rescate por ellos? Caramba, caraxus.)

Continuemos. ¿Se podrá medir alguna vez el colesterol de la in-conciencia? Adelante. ¿Acaso vamos a arreglar el mundo? Quién sabe. Lo seguro es que, si seguimos haciendo la vista gorda, los flaquitos del planeta borrarán la línea del horizonte en sus cuatro cardinales. Por alguna insana y alevosa razón, en vez de multiplicarse los panes y los peces y los sueños, se vienen multiplicando los hambrientos y los analfabetos y los analfabetizados.

No miremos para otro lado. Preguntémonos: ¿Qué de ellos sin habla / sin presentimiento / sin pálpito? ¿Qué de ellos magros / pobrecitos / ni tibios? / ¿Qué de ellos / desolados, / habitando tanta desolación inexplicable? / ¿Qué de ellos y qué de nosotros / si sólo atendemos al corazón de nuestro bolsillo?

¿Escuchamos realmente el clamor de los desesperados? Si desatendemos ese clamor no habrá forma de vadear los presagios, se le caerá el sol a la palabra sol-idaridad. Y no habrá modo de convencer a la Vida para que siga siendo una rueda, que rueda.

No hagamos religión de la indiferencia. Si es menester, seamos dioses para abrigar a los que ya ni aliento tienen para pronunciar esperanza. Y bajémonos del caballo. Y empecemos a comunicarnos, depongamos el celular. No seamos impiadosos con tantas criaturas que andan por el mundo / como huesos solos, / desolados, / criaturas que ni dan sombra, / huesitos errantes, / huesitos sin sol, / desolados.

Seamos dioses nosotros, / para abrigar a esos huesitos sin sol. / Soplémosles tibieza. / ¡Soplemos juntos! ¡Soplemos todos! // Seamos un buen viento / que avecine lo desgajado / hasta que lo desgajado se aventose. / Y esos cuerpos cuerpitos / se encuentren / con sus ahora remotos latidos.

Ante la mesa tendida, examen corazón adentro. Nunca es tarde, compatriotas del aire, para tener conciencia.

Adiós año viejo. Buen día año nuevo. Atención: al final de nuestros brazos están las manos, y al final de las manos están los dedos. Soltémoslos. Desatémoslos, para que libertad sea mucho más que una palabra oportunista. No dejemos para mañana esa suelta crucial. Permitamos que los dedos nos deletreen, nos nazcan, nos aprendan, ¡y se lancen en busca de otros dedos!

Y hagámosle caso a nuestra piel. La piel ve. Ve más que la otra mirada, la de los ojos. La piel ve en plena noche. Ve detrás del sur y más detrás aún. Pero, ¿por qué la piel puede ver taaannnnto? Porque viene alumbrada por la luz de los cuerpos que se encuentran cuando se pierden. Damas y caballeros, tomemos nota de una buena vez: la piel no es un papel, es de ojos. De ojos en carne viva ¡que tienen hambre en la sed!

Sí, antes del brindis, más reflexión: la ecología no debe ser tema de ocasión. Cuidado con sólo ver la ecología en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio. No nos dejemos ganar por el amor propio, que no es amor por lo propio: los nombres de los países son distracciones. La tierra entera es un país. Ojo al piojo: en estos días la madera cada vez estalla menos. / Y la fruta ha extraviado el semblante. / Y ya no suda el gemido. / Y el mar no recuerda la orilla. / Y los pájaros bostezan y en pleno vuelo se derrumban... // Y esto proseguirá de mal en peor, / de tibio en frío / mientras los cuerpos / no vuelvan a los cuerpos. Mientras sigamos distraídos y dejemos la solidaridad para mañana. Mientras sigamos creyendo que el mundo termina en el umbral de nuestra confortable casita.

Tengamos cuidado con el ojo y con el piojo. Ojo al piojo. ¿Hasta cuándo vamos a respirar impunemente? Despertemos de una vez. Miremos con los oídos y con las lenguas y con los dedos y con las narices, miremos hasta con los ojos cerrados. Despertemos, seamos solidarios con el sol; él no puede hacerlo todo. Ganemos el derecho de morder otro pedazo del prodigioso pan del aire.

Adiós querido y sufrido y gozado año viejo. Buen día, soñado año nuevo. ¿Y si le rompemos la nuca al pavor? Vean: cierta luz creciente siembra todas las superficies. Los colores se desperezan, empiezan a latirse. Escuchemos los colores. Hasta el fatigado gris tiene semblante. La furia es tempestad que pide celebración. La espiga se hace harina, la harina deviene pan. Ahí tenemos el rubor del durazno, la sabiduría de las uvas, la franqueza de la aceituna, el orgullo de la cebolla, la cordialidad del orégano, la emoción de la albahaca, el coraje del ajo.

(Y la noticia flor, ¿para cuándo? Calma, paciencia.)

Antes de seguir, ojo al piojo con los pecados. Hoy por hoy, los verdaderos pecados son, a saber: cancelar los dedos, las yemas de los dedos. Y desdecir la saliva. Y morder la fruta sin que el corazón nos dé patadas de emoción. Y poner las manos alrededor de una cintura sin pegar un alarido. Y comer el pan de cada día como si ese pan nos cayera del cielo y no de la tierra. Y besar de la boca para afuera… A propósito: aunque no figure en las tablas de la ley, es un crimen desbesarse. Entonces, ¿qué esperamos? Besemos bien adentro, más adentro, ¡sin dejar nada afuera! Compatriotas de la Tierra, besemos como Dios y el diablo mandan: ¡arrojándonos de cabeza en cada beso!

Damas y caballeros, observemos tooodo lo que pasa. Es la hora exacta de lo magnífico insignificante. Miremos a rajacincha: unos dedos abren un tomate por su mitad y le permiten el festejo absoluto, el de la herida. Otros dedos descoyuntan un durazno, y pasa lo mismo. Toda fruta abierta, desgarrada, sufre jubilosa… Entonces, un escalofrío le baja por la nuca a aquel sol que alumbra desde tan arriba, y mira las frutas tan heridas. Porque mira eso, el sol se retuerce, y quiere arrancarse del ojal que lo tiene prendido al techo infinito. Ay, cómo se retuerce el sol: se calienta y nos calienta.

Tiempo de saber, de sabernos: suceden aquí abajo, aquí arriba, muy pequeños milagros de rutina. El sol los recibe conmovido, los humanos no.

Perdón por el sermón. Pero ya es tiempo: todos deben compartir la mesa. Todos. Ni uno menos. No sólo los pieles blancas, los bien comidos de siempre. La mesa es también de ellos, con ellos. De ellos: los descalzos, exiliados, descarriados, cariados, marginados, fracasados, los desgajados. Y también la mesa es de los exagerados, y de los incurables a la hora de soñar, y de los fanáticos de la esperanza.

Si no es con todos, la mesa del mundo seguirá siendo amarga, escandalosa, perfectamente criminal.

Respiremos lo hondo. Desatemos nuestra lengua hasta saberle el íntimo sabor al aire. ¿El aire se deja? El aire es con nosotros. Y nosotros por él. Sí, compatriotas del cosmos, ¡todavía el aire!

Soltemos hasta la ternura de los benditos mails: Arroba mi niño / arroba mi sol / arroba pedazo / de mi corazón…

Arrojados de cabeza al tercer milenio, no hay más remedio que sembrar el abismo. No lo dejemos para mañana. Ah, y que no se nos olvide, las estrellas se pueden tocar.

Ahora sí, a brindar. Y si es con el luminoso vino oscuro, mejor. Entonces, ¡salud! ¡Y aleluya! ¡Y yahoo! ¡Y también huija! ¡Y alehuija!

Vamos, nos ha llegado el momento: coraje, tomémonos el pulso: ¿estamos vivos? Sí. Esta es la noticia flor. Ya es de hoy el día de mañana. ¡Y late el pulso!

Por Rodolfo Braceli


rbraceli@arnet.com.ar

(Rodolfo Braceli, como poeta, es autor de El último padre, La conversación de los cuerpos, Cuerpos abraSados y La Misa humana. Algunos pasajes de esta nota parafrasean momentos de esos libros.)

octubre 31, 2006

Acciones Solidarias

El actor Osvaldo Laport, designado por Naciones Unidas 'Embajador


El gran misterio de la vida es el comportamiento del hombre en un mundo donde la orfandad está instalada en el alma de cada uno de nosotros, reflexionó el actor en la ceremonia, a la cual asistió Carina Zampini, su compañera en la telenovela recién terminada, Collar de esmeraldas.

"Hace muchos años que el Acnur está trabajando para proteger al refugiado, gente que se merece una vida digna de igualdad y libertad", añadió, refiriéndose a "aquella persona que es excluida de sus tierras, de sus hogares, de sus familias, por persecusión, por guerra, por discriminación o violación de los derechos humanos."

¿Conocían la Agencia de las Naciones para los refugiados?

Laport se convertirá en el primer latinoamericano en ocupar ese cargo de honor en la historia del Acnur, y compartirá el puesto con otras cinco personalidades mundiales, como la actriz Angelina Jolie y el diseñador italiano Giorgio Armani.

ANTECEDENTE:


El actor Osvaldo Laport, Colaborador Especial del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), visitó en ocasión del Día Internacional de la Mujer, a mujeres refugiadas en Argentina, quienes con fortaleza y dignidad, luchan día a día para salir adelante. Estas mujeres han sido reconocidas como refugiadas por el Gobierno Argentino, y recibieron del ACNUR, pequeños préstamos para emprendimientos.

Nombramiento
Osvaldo Laport, colaborador de la ONU
El actor fue designado por la ONU colaborador sudamericano para los Refugiados del mundo. El actor destinará a esta entidad un porcentaje de las ganancias por la venta del nuevo perfume que lleva su nombre. Alejado momentáneamente de la TV, trabaja en un comercial de cerveza y sigue cantando.

octubre 07, 2006

Sergei Rachmaninov

Concierto para piano n°2 en do menor, opus 18...
Sergei Rachmaninov.
Cala mi piel hasta el centro.
Nota certera
la cadencia de una lágrima.
Imagino la mano en su grandeza
alcanzando más de trece teclas.
Pulso portentoso,
delicado tacto.
A tempo justo
entre exaltación y meseta.

Estancia de Ivanovka
guarda al arte
entre paz e inpiración.

Duda el compositor
su inequívoca genialidad .
Entre luz de candiles
la suya, refleja,
en el el marfilino teclado.
Texturas sutiles
coloratura de oro y plata.
Viaje al interior de emociones.
Desnudez de compungida alma.
Alma que filtra
entre las cuerdas bruñidas
Imponente estructura
ianlterable ascendencia
estallido final.

septiembre 20, 2006

TREN DE POESÏA

Leyendo sobre el tema de la locura descubrí una práctica en el pasado muy pintoresca: pensaban que la locura era producida por una piedra en el cerebro y que la sanación dependía de que el enfermo se sometiera a una operación en donde la piedra era extirpada (para más información ver: idd0073h.eresmas.net/.../artic10/artic10_1.html.). Esta historia en la que, nuevamente, la realidad supera a la ficción, motivó dos líneas que quisiera proponer como el comienzo de este ejercicio:

Para extirparla, dime dónde, ¡oh! locura, está tu piedra
¿en la pulpa de tu cerebro, en el bulbo de tu corazón? (Qymera)
¿Dónde guardas el guijarro que vulnera a la cordura?
¿y dónde tu piedra mas preciosa, la joya del Amor? (Crónicas en Hi Fi)
Tal vez en los versos de algún vencido poeta
aplicando el papel de su poema como arma de suicidio. (Noa)
O quizás te encuentres a los pies de tu Musa, no me mueres, ni me vivo
con aquella arma muy presta para dispararte, estas letras de amor, (Carlos Luna)
que no son sino la tensa espoleta que conduce mi presidio
por la progresiva y angosta enajenación (Rafael P.Q.)
Desde dónde viaja éste lamento herido
junto con la sentencia de aquel amor vencido por la sinrazón... (Cieloazzul)
Oh locura!, te he bebido como la ambrosía vertida en la seguridad de lo exacto y el dolor de lo imperfecto, santa enfermedad que calma el dolor de vivir… (Amapola)
Más tú, cruel y ufana, recorres mis adentros como huracán que destruye lo que a su paso encuentra. Sin embargo, no me quejo, pues si he de morir, moriré de ti. (Kat)
Y si he de vivir, viviré enamorado... dulce y eternamente enamorado
cautivo, en la locura tibia y transparente que habita en los misterios de la mente (Rodolfo N.)
La reconozco . Me alborota los sentidos, tintineando insistente como bronce que derrite mi equilibrio, ay, locura mía (Dilaca)

septiembre 05, 2006


recuerdos
Recuerdos que afloran periódicamente, los que sin propósito alguno sembró mi madre para tenerla presente.
Cada quién configura su memoria como mejor pueda.
Por fortuna, guardo mayoría de recuerdos buenos. Los malos estarán registrados en algún oscuro rincón del inconsciente, Freud dixit.
La infancia es un refugio de los adultos. Y no escapo de la ley, aunque ignoro los motivos.
Hasta los momentos que antes me parecieron terribles, hoy se invisten de ternura. Refuerzan las ganas de seguir existiendo.
Ahora, en este mismo instante, como un ejercicio de asociación libre, se agolpan en desorden y con una velocidad asombrosa, los edificados en compañía de mamá.
Eran los tiempos en que tener a la muñeca Linda Miranda, la que camina y habla, era un privilegio de pocos. El seis de enero de 1953, los Reyes Magos, me la dejaron al lado de los zapatos, en la ventana de mi cuarto.
Marilú tenía casi mi talla, calzaba zapatos blancos, estaba vestida de azul, de vaporoso tul. ( Y mientras escribo, susurro la canción infantil: "Tengo una muñeca vestida de tul, zapatitos blancos y su canesú...La llevé a paseo y se me durmió, la puse en la cama y se me murió... –Bueno, pensándolo bien, qué triste!) En su rostro perfecto, unos inmensos ojos azules se abrían y cerraban según el impulso que le diera. La cabellera castaña se sujetaba en un moño de satén también azul. No tenía ningún mecanismo que la hiciera caminar por sí misma, sino que debía tomarme el trabajo de asirla por sus manitas e inferirle movimientos que por una mecánica especial, hacía que sus piernas se movieran imitando pasos hacia adelante. En la espalda, un grosero aparato redondo, hendido en la loza, repetía monótonamente: Mamá, mamá...
Curiosamente, la mostraba orgullosa a mis amigas, pero, no me movía al conmovedor afecto que supuestamente debía despertarme. Tal vez la tiesura de la loza con la que estaba hecha, su frialdad, el lujo de su ropaje haya influido en ello.
Madre, sin decirme nunca nada al respecto, - en una de esas tardes mágicas de otoño, cuando detenía su trabajo de ama de casa, me sentaba a su lado para contarme cuentos -, comenzó a inventar una historia de la muñeca del amor...
Nos habíamos sentado cerca de su máquina de coser. Más precisamente, ella al frente y yo a su lado en mi silla fabricada por mi abuelo Miguel. Mamá sujetaba entre sus manos una caja vacía de sus polvos de maquillaje, cuyo olor no puedo describir pero que aún persiste en mis imágenes. La cubrió de una tela mullida, le bordó una carita dulce, le pintó mejillas sonrosadas.( La narración que me refería era una versión libre de la creación bíblica de la primera mujer.)
Luego, con retazos de lana de un pullover destejido, le sujetó una cabellera enrulada.
Cortó la forma del cuerpo, y luego de coser por los contornos, lo rellenó con algodón. Y antes de darle la última puntada, metió en el cuerpecito una bolsa pequeña de gasa con un "poupurrí "de flores secas que olían a lavanda y a azahar –"ésta es el alma"- me dijo.
Cada material usado, significaba alguna alabanza por lo creado.
Le confeccionó un vestido con puntillas y ruches en abundancia, y en los pies le colocó un par de zapatitos también hechos por ella...Y me la regaló.
Yo estaba fascinada...Le pusimos un nombre luego de discutirlo entre risas y más explicaciones.
Cuando vinieron mis amiguitas a casa, les presenté a Susana. La miraron apenas y sus ojos codiciosos buscaron a mi Linda Miranda. Tuve entonces, la tarde entera para Susana.
Descubrí que era tierna, amable, se dejaba abrazar y cuando le propinaba mis besos el aroma de los afeites de mamá se metían en mí provocándome la sensación de tenerla su lado: una seguridad franca que hoy aflora con sólo evocarla.
Susana fue la muñeca que me acompañó en mi dormir infantil. Yo la quería entrañablemente, pero nunca me planteé la idea que mamá me transmitía nombrándola como la muñeca del amor...
Muchos años más tarde, entendí los mil y un significados que ella encerraba...
Hoy ya no dudo: mi muñeca de trapo fue el resumen de muchas cosas, sobretodo, del recuerdo de la incondicionalidad del amor maternal.
Cuando ya ni Susana ni mamá están en este mundo, las tengo para siempre, en el alma, emanando aroma a lavanda y a azahares.

septiembre 03, 2006

Nunca vendas la joya de la abuela

Luego de las pompas fúnebres en honor a mi madre, volvimos a la casa de la infancia desolados, sin hablar, cada uno rumiando la pena a su manera. Los ojos de azul profundo de mi hermano deslucidos, empequeñecido el cielo intenso de su mirada tierna. Me cuentan que durante 48 horas estuve en shock ...Yo no recuerdo nada más que dos días después comencé a tener conciencia de las palabras, de mi estancia en mi pueblo igual de azul rodeado de montañas, del cariño de la gente, de las rosas en el jardín que mi madre cultivaba... Hube de enfrentar la soledad futura de la casa otrora poblada de momentos felices, bullangueros, donde el orden lo imponía mi madre con firme ternura y la risa pronta , mi padre.
Nos sentamos a la mesa del comedor familiar, con las dos sillas vacías como una presencia de espinas. No atinábamos a hablar,porque lo siguiente era doloroso: Decidir el destino de las cosas que nos hablaban de nuestros padres. Madre había conservado celosamente las de mi su marido desde siempre, y las suyas nos hablaban de cada gesto preocupado por servirnos un hogar próximo a lo perfecto.
Transcurrieron muchos días releyendo cartas, acariciando fotos sepias, en blanco y negro, en colores, diapositivas, cintas... Allí estaban en retazos, los momentos de nuestras vidas, cuando todos nos cobijábamos bajo el mismo techo.
Fuimos a la biblioteca.Un aroma a libro viejo mezclado con el del cuero de algunas encuadernaciones, nos sumergió en los años cuando la lectura nos reunía alrededor del hogar, en esa sala donde las letras nos hablaban de aventuras, dioses extraños, animales extraordinarios. En el anaquel superior, envueltos prolijamente en papel madera con etiquetas orientadoras, estaban las colecciones de revistas que aparecían mágicamente cuando estábamos en cama y había que sobrellevar alguna gripe traicionera. Y las colecciones de decoración Wohnen que eran el testimonio de que mi padre adobaba mis gustos más extravagantes.... Y la pinacoteca de lo genios , con sus láminas lustrosas reproduciendo las obras más brillantes de todos los tiempos... Y en un cajón pequeño, todos los mapas de rutas de todo el mundo, no para viajar con pasajes aéreos ni de cualquier otro tipo, sino para visitarlos con la imaginación.
Cada papel era valioso como un pergamino. Cada hoja era un pasaporte para el ayer.
Fueron descolgándose los días despaciosamente mientras nos recobrábamos y aceptábamos que la familia se había reducido a dos y nuestros hijos.
Había que tomar decisiones, pues nuestras obligaciones nos estaban apremiando. Decidimos algunas ventas, también muchos otros tantos regalos como recuerdos a primos y tíos.
Venderíamos la casa, pues nos resultaba oneroso su mantenimiento - nuestras vidas habían tomado rumbos alejados de la solvencia necesaria para enfrentarlo. Sumamos: guardia, jardinero, impuestos de un barrio residencial, impuestos, mantenimiento... Era demasiado. Mi hermano necesitaba trasladarse a un departamento más grande en Buenos Aires, y yo, tenía la vida tan confundida luego del divorcio, que no sabía qué destino tendría al final...
Nos repartimos esas cosas imposibles de suponer en manos de otros. Nuestra gran riqueza no estaba cifrada en lo material sino en ese bagaje de inconfundibles experiencias vividas en familia.
Pero, entre ésas que el hombre pone precio, estaba el prendedor de la abuela que venía de su madre, que a la vez provenía de la propia, y así por más de siete generaciones. Un enorme prendedor de oro, con incrustaciones diamantinas de considerable valor.
Lo guardé amorosamente. Confieso que más de una vez, en tiempos de poco holgura que son bastante frecuentes, me asaltó el pensamiento de "hacerlo palta contante y sonante". Sin embargo, cada vez que abría su estuche delicado, me asaltaban remordimientos reprochándome poderosamente el dislate.
Había tomado costumbre, con riesgo de perderlo, llevarlo en mis viajes por si alguna eventualidad me exigiera más dinero del supuesto.
En julio del año pasado, en ocasión de uno de esos viajes, lo llevé conmigo, de un modo que luego revelaré.
Fui a visitar a mis hijos.
Al llegar a destino, quedé esperando a Pieri, mi hija menor, en la cafetería de la estación terminal. Pedí un café, leí una revista hasta la llegada de ella. Hacía calor a pesar de que era pleno invierno. Llamamos a un taxi, y nos fuimos.
Al cabo de quince días, el frío se hizo sentir. Cuando busqué mi abrigo, el que según yo lo había colgado es esta percha, aquí, en el ropero de mi nieto Joaquín, no lo encontré. Pensamos muchas cosas: que me lo había olvidado en el bus, que la empleada ( siempre lo mismo) se lo había llevado, que lo dejé en el taxi...
Comencé a recorrer con la memoria, paso a paso, todo lo que había hecho, y recordé: ¡La cafetería! Sí. EN la cafetería, entré y lo puse en el respaldo de la silla... Allí debía estar... Mis hijos me miraban con esa mirada que los hijos ponen cuando se sienten dueños de sus actos y nos ven a nosotros, los próximos viejos, empequeñéndose de tamaño y de neuronas... "¡Que lo vas a encontrar, mamá...! "Por un saco no vamos a salir en esta lluvia torrencial" (Porque estaba lloviendo tupido y fuerte... "Con todos los otros abrigos que tenés...!"
... Yo cada tanto insistía: "Pucha, mi abrigo..." .Y las palabras quedaban en el aire, como una lluvia suspendida que a nadie importaba.
Esperé la hora de la siesta ( era tiempo de vacaciones invernales), me aseguré que el sueño de los habitantes fuera profundo, y munida de un paraguas, caminé las quince cuadras hasta la Terminal de Ómnibus.
El lugar estaba atestado de gente. Esperé unos diez minutos hasta que pude ubicar al mozo que me atendió el día de mi arribo. Con poca esperanza y mucha vergüenza le pregunté si no habían encontrado un saco... El hombre me señaló un lugar detrás de la barra del bar diciéndome que hable con el hombre que estaba detrás de ella. Repetí la pregunta, el hombre me pidió la descripción de la prenda, y me ordenó amablemente: espere un momento. Salió de detrás de la barra dirigiéndose a una especie de despacho interno. Tardó unos pocos minutos para regresar con mi vestimenta... ¿es éste, verdad?... Sí respondí feliz, mirando apresurada adentro de los bolsillos. El hombre puso cara de dudar si estaba en mi sano juicio... Agradecí, le di un dinero al mozo que me lo había guardado, y me retiré feliz sabiendo que el prendedor de mi abuela, aun se hallaba sujeto en el interior del bolsillo izquierdo...
Luego de ese susto, decidí regresar la joya a su estuche original y guardarlo para siempre, aunque me apremie la necesidad y urgencia.
Me pregunto si el mozo había visto la joya.
Me queda la duda de si quién guardó mi saco es una persona honesta o una poco curiosa...
Lo que sé con certeza, que las seguridades de dinero habré de buscarlas con otros medios.

Nota de la autora: ladrones, abstenerse. Es absoluta ficción

septiembre 01, 2006

Último segundo de la última hora del viernes en el colegio nocturno.
La impaciencia del cansancio se hacía inquietud en mis alumnos. Jóvenes adultos que luego de muchas horas de trabajo aún les queda resto para el estudio. Quieren acceder al título de la escuela secundaria con la esperanza de lograr una mejor posición económica y social. Una mentira más en éste mi país bello y rico lleno de pobres y profesionales que no consiguen un trabajo. En éste mi país donde los arquitectos trabajan de taxistas, y los culos y las tetas ganan más a pesar de sus cerebros de neuronas escasas y libertinaje pleno. Nunca más actual el Cambalache de la letra de Enrique Santos Discépolo:
Que el mundo fue y será una porqueríaya lo sé...(
¡En el quinientos seisy en el dos mil también!).
Que siempre ha habido chorros,
maquiavelos y estafaos,
contentos y amargaos,
valores y dublé...
Pero que el siglo veinte
es un desplieguede maldá insolente,
ya no hay quien lo niegue.
Vivimos revolcaosen un merengue
y en un mismo lodotodos manoseaos...¡
Hoy resulta que es lo mismo
ser derecho que traidor!...
¡Ignorante, sabio o chorro,
generoso o estafador!
¡Todo es igual!
¡Nada es mejor!
¡Lo mismo un burroque un gran profesor!
No hay aplazaos
ni escalafón,los inmorales
nos han igualao.
Si uno vive en la impostura
y otro roba en su ambición,
¡da lo mismo que sea cura,
colchonero, rey de bastos,caradura o polizón!...
¡Qué falta de respeto, qué atropelloa la razón!
¡Cualquiera es un señor!
¡Cualquiera es un ladrón!
Mezclao con Stravisky va Don Bosco
y "La Mignón",Don Chicho y Napoleón,
Carnera y San Martín...
Igual que en la vidriera irrespetuosa
de los cambalaches
se ha mezclao la vida,
y herida por un sable sin remaches
ves llorar la Biblia
contra un calefón...
¡Siglo veinte, cambalache
problemático y febril!...
El que no llora no mama
y el que no afana es un gil!
¡Dale nomás!¡Dale que va!
¡Que allá en el horno
nos vamo a encontrar!
¡No pienses más,
sentate a un lao,
que a nadie importa
si naciste honrao!
Es lo mismo el que labura
noche y día como un buey,
que el que vive de los otros,
que el que mata,
que el que curao está fuera de la ley...


El cansancio se les nota en sus caras cetrinas y la sonrisa escasa. Tímidos, inseguros, pasan sus lecciones sin mucha garantía de progreso.
Algunos persisten en su intento. Otros, abandonan porque el sacrificio les resulta demasiado peso, o porque por tener familia a cargo añaden a sus trabajos, otro que les permita "arrimar" un dinerillo más para la olla del puchero.
Cuando les pido una narración relacionada con sus vidas, retazos de miseria me hablan de sus cortos sueños, de sus tristezas tempranas, de sus manos callosas, de sus distancias.
El alma se me arruga como un papel y me sube la indignación a colorearme el rostro, preguntándome cuestiones que no encuentran razones prácticas.
Hoy, cuando sonó el largo timbrazo de las 23, anunciando el fin de la jornada de este viernes el invierno me castigó con furia en el cruce de las calles. Una ráfaga intentó arrebatarme la capa de lana con la que me cubría e instantáneamente la imagen de esos cuerpos apenas abrigados me castigó más que la ventolera de la esta noche.
Sin embargo, los grupos que se me adelantaron en el paso y los que venían a retaguardia iban bullangueros disfrutando del prometido descanso de fin de semana.
Se me atravesaron muchos dolores juntos a la vez que un dejo de admiración porque de ellos había surgido un grupo solidario que se dedica a recolectar ropas, calzados y elementos escolares para donarlos a los "más necesitados"... Lecciones que da la vida, sin proponerse, así nomás, surgidas de la sencillez de esta gente que siempre tiene un palmo para pensar en los demás..

agosto 31, 2006

EL mural completo

Amigos:
Como les he comentado con anterioridad acerca del mural en esgrafiado, les dejo una serie de imágenes. Uno por post, porque no me responde blogger para subir más de una imagen en un solo post.
Que los disfruten!

El trofeo

En busca de peces

Apertura redes de algas

Carnaval (Friso 2)

Carnaval (1° Paño)

Sandía

Friso Santa Rita

agosto 30, 2006

Otro friso del mural


Este es uno de los paños del mural que comento en otro post.
Obvio, los dioses y la sandía.

agosto 28, 2006

ESQUINA, ARTE AHORA A CAL Y CANTO


Hace unos pocos años, cuando ejercía la gestión cultural desde el gobierno municipal, se dio la oportunidad de que artistas plásticos correntinos,chaqueños y entrerrianos ,nucleados bajo el nombre ARTE AHORA, vinieran a dictar unas jornadas de muralismo con la técnica de esgrafiado. Técnica que se trabaja superponiendo capas de cemento teñlidas con ferrite de distintos colores. Luego, se devasta según el diseño del dibujo hasta la profundida necesaria para que aparezca el color.Como resultado final, quienes concurrieron a las jornadas colaboraron con los artistas en una serie de murales de temática local : la pesca del pacú (O chancho de río, cuyo alimento es cualquier cosa -frutas, cebo, migas de pan - y no debe buscárselo en determinadas lunas porque se echa a perder - al decir de los expertos) , el carnaval (tenemos tres comparsas cuyos trajes vistosos van recamados de pedrería, lentejuelas y canutillos y las bailarines usan atavíos de plumas ) la sandía ( cuya cosecha es espectacular en cantidad, tamaño de unidades, peso y sabor) y la presencia religiosa con la imagen de Santa Rita, a quién se reconoce como patrona del pueblo.
Escribí para ellos una poesía :

ESQUINA, ARTE AHORA A CAL Y CANTO


Al Arquitecto Fernando Calzoni
A los artistas plásticos:
José Kura
Enzo Medeot
Cecilia Rodríguez


ESQUINA, ARTE AHORA A CAL Y CANTO
Arborece en un muro la historia:
cómo pescar pacúes y en qué luna
al hombre que persigue tal fortuna
es propicia la suerte y la victoria.

Y un mar de lentejuelas - prisionero -
amenaza escapar de sus contornos;
perderse por las calles sin retorno;
volcarse en ritmo loco, bullanguero.

¡Más!... Cuentan que la tierra generosa
la incomparable fruta dadivosa
devuelve al labriego su cosecha.

Ligada con fulgor celeste y casto
a Esquina - Arte Ahora-, en cal y canto
Santa Rita bendice satisfecha.

inesperado


No es la primera vez que me sucede. Mi adorado blog "siempre en prueba" está enloqueciendo por mi culpa. Mi ignorancia en programación y habilitación de cambios en la plantilla me ha llevado a un error que espero sea remediable.
Afortunadamente, por experiencia anterior, he ido copiando mis artículos. Mi pesar es por no haber guardado los ricos comentarios que mis visitantes han ido dejando a lo largo de más de un año.
Mientras no se arregle mi anterior, iré publicando en éste, que luego dediacaré a otra temática. posiblemente comentarios referidos a la actualidad.
Los espero aquí, amigos aueridos.
Un abrazo.
Dilaca